viernes, 30 de enero de 2009

Gente que se gusta

-Y bueno. Ahora te veo y quiero que tengamos unos hijos y unos perros para siempre. Pero lo que te digo es que si algún día te digo cosas horribles, es porque me pongo a la defensiva. No es que realmente lo piense. Es que quiero que me mires mucho y que pienses cosas de mí: que soy linda, insoportable y sincera. Ponele. Cosas por el estilo quiero que pienses.
-Está bien.
-Ay…què bueno que me digas eso. Estaba preocupadísima porque sentía que vos pensabas que yo soy una rayada.
-No. No pienso eso.
-Ay. Menos mal. Porque estaba preocupadísima. Ahora que decís que nada que ver, siento que podríamos convivir, o irnos de viaje. O ir al cine un día, por ejemplo.
-Si. Puede ser.
-¿No pensás que somos el uno para el otro vos?. Porque yo en momentos como éste siento que sí. Es bárbaro.
-Ay, sos muy linda. Dame un beso.

domingo, 25 de enero de 2009

Un hombre normal

Tengo que salir a caminar y pensar en todas las cosas que me asustan, reflexionó Mariano. Al abrir la puerta de su casa, chasqueó los dedos y la puerta se movió hasta cerrarse de un golpecito. Cuando salió y miró el cielo estaba nublado, por lo que tuvo que volver a chaquear los dedos para ver, por un rato, el sol.
Mariano caminó solo durante 25 minutos exactos y pensó en que de ahora en adelante conseguiría todo lo que se propusiera. Hizo la prueba: quería un chocolate y paró en un kiosco para comprarlo, sin pensarlo dos veces; también se le ocurrió llamar a un hombre para pedirle trabajo por teléfono, lo hizo y consiguió que le dieran una entrevista.
Ahora que se tomaba este tiempo para reflexionar se daba cuenta de que el secreto era un mínimo cambio de actitud. Ya está, pensaba, ya está. Es una pavada esto, pensaba mientras se cruzaba con hermosas mujeres a quienes les guiñaba un ojo.
Mariano consideró que ya era suficiente.
Volvió a su casa, abrió el cuaderno y escribió: hoy cambié un poco.

sábado, 10 de enero de 2009

Era así la cosa

Yo te decía que estaba en Italia y vos venías con una oferta de Easy Jet a buscarme. Yo te pedía explicaciones y vos me besabas mientras me explicabas que a veces las cosas no se explican nada.
Entonces yo sacaba al piloto de la cabina y te preguntaba dónde querías ir y vos me respondías que querías volver a Buenos Aires porque hacía más calor.
Yo te decía que eso era "ridículo aunque válido", y también usaba la palabra disparar, pero no me acuerdo para qué.
Llegábamos a Buenos Aires y nos arrepentiamos de haber vuelto.
Después para consolarnos, nos comiamos un asado.

Un momento amargo en la vida de Valentina

Valentina está triste. Quiere llorar y no le sale. Cierra los ojos y piensa en lluvia con granizo, en un chico que no la quiere, en lo incómoda que se siente cuando hay mucha gente, en personas engañosas, y en un misil que cae sobre una casa.
Agarra una lata filosa y se la pasa por la pierna para que le duela un poco.
Valentina se concentra y se mira en el espejo. Se ve una peca, los pelos de las cejas y el labio inferior paspado.

Se queda unos segundos frente al espejo y piensa que quizàs hoy no llora, porque se siente demasiado mal.

Se tira en la cama a esperar que se le mojen los ojos, y sin darse cuenta, se queda dormida.